No smoking
Por esas casualidades del destino llegué la semana pasada desde Uruguay, un país donde desde el 1 de marzo del presente comenzó a regir su propia ley antitabaco, una norma que prohíbe fumar en TODOS los ambientes públicos abiertos o cerrados. En otras palabras, los fumadores sólo pueden dar rienda suelta a su vicio en la calle –llámese vereda, acera- o en su defecto dentro de su casa o habitación de hotel. Buscando con paciencia se puede encontrar algún restaurant o bar que tenga terraza para poder encender un cigarrillo. Pero lo más curioso es que nadie reclama, salvo los turistas afectados, pero igual terminan fumando en la vía pública o se abstienen.
Suena lindo para quienes detestan el olor a tabaco o se sienten invadidos por los “viciosos”, pero hay otros que dejamos de fumar como hábito diario (los llamados fumadores sociales) que extrañamos olfateralo.
Bueno, pero volviendo a la realidad nacional, me parece muy ingenuo de parte de los creadores de la ley ese apartado que indica que no se pueden vender cigarrillos a menos de 100 metros de los establecimientos educacionales. Seguramente para aquellos escolares fumadores será una lata caminar para conseguir un pucho, pero lo harán. De eso estoy segura. Además, conociendo el ingenio del compatriota, el comercio negro pertimirá que los adolescentes no se cansen tanto para obtener el ansiado cilindro nicoticoso y habrá alguien ofreciéndoselos en bandeja o en forma más disimulada dentro de una chaqueta.
Creo que si Chile ha demostrado ser incapaz de desarrollar una buena educación sexual para adolescentes, por ejemplo, qué garantiza que esta ley reducirá los índices de adicción al cigarro. O sea, todo fumador sabe o tiene alguna remota idea de que, en el futuro, puede verse afectado por un cáncer pulmonar. Entonces ¿para qué obligar a alguien que ya tiene capacidad de entender lo que le hace bien o mal a dejar el cigarrillo?.
Pero nuestros legisladores se jactan diciendo que será una de las leyes más estrictas en la materia en el mundo. Yo me pregunto, ¿será que en los otros países fueron más realistas y por eso no se la jugaron con algo tan restrictivo?.Está bien respetar a los fumadores pasivos tratando de brindarles, dentro de lo posible, un ambiente libre de contaminación, pero tampoco es la idea promulgar una ley que a la larga tendrá que ser modificada porque resulta impracticable, porque las tabacaleras son unos monstruos que dominan el mercado del cigarrillo y porque las inversiones que deberán hacer los recintos públicos para separar entre fumadores y no fumadores es demasiado alta y optarán por atender solamente a uno de los dos, porque ambos son incompatibles dada la ley. Veamos quién gana esta batalla.
Por esas casualidades del destino llegué la semana pasada desde Uruguay, un país donde desde el 1 de marzo del presente comenzó a regir su propia ley antitabaco, una norma que prohíbe fumar en TODOS los ambientes públicos abiertos o cerrados. En otras palabras, los fumadores sólo pueden dar rienda suelta a su vicio en la calle –llámese vereda, acera- o en su defecto dentro de su casa o habitación de hotel. Buscando con paciencia se puede encontrar algún restaurant o bar que tenga terraza para poder encender un cigarrillo. Pero lo más curioso es que nadie reclama, salvo los turistas afectados, pero igual terminan fumando en la vía pública o se abstienen.
Suena lindo para quienes detestan el olor a tabaco o se sienten invadidos por los “viciosos”, pero hay otros que dejamos de fumar como hábito diario (los llamados fumadores sociales) que extrañamos olfateralo.
Bueno, pero volviendo a la realidad nacional, me parece muy ingenuo de parte de los creadores de la ley ese apartado que indica que no se pueden vender cigarrillos a menos de 100 metros de los establecimientos educacionales. Seguramente para aquellos escolares fumadores será una lata caminar para conseguir un pucho, pero lo harán. De eso estoy segura. Además, conociendo el ingenio del compatriota, el comercio negro pertimirá que los adolescentes no se cansen tanto para obtener el ansiado cilindro nicoticoso y habrá alguien ofreciéndoselos en bandeja o en forma más disimulada dentro de una chaqueta.
Creo que si Chile ha demostrado ser incapaz de desarrollar una buena educación sexual para adolescentes, por ejemplo, qué garantiza que esta ley reducirá los índices de adicción al cigarro. O sea, todo fumador sabe o tiene alguna remota idea de que, en el futuro, puede verse afectado por un cáncer pulmonar. Entonces ¿para qué obligar a alguien que ya tiene capacidad de entender lo que le hace bien o mal a dejar el cigarrillo?.
Pero nuestros legisladores se jactan diciendo que será una de las leyes más estrictas en la materia en el mundo. Yo me pregunto, ¿será que en los otros países fueron más realistas y por eso no se la jugaron con algo tan restrictivo?.Está bien respetar a los fumadores pasivos tratando de brindarles, dentro de lo posible, un ambiente libre de contaminación, pero tampoco es la idea promulgar una ley que a la larga tendrá que ser modificada porque resulta impracticable, porque las tabacaleras son unos monstruos que dominan el mercado del cigarrillo y porque las inversiones que deberán hacer los recintos públicos para separar entre fumadores y no fumadores es demasiado alta y optarán por atender solamente a uno de los dos, porque ambos son incompatibles dada la ley. Veamos quién gana esta batalla.
3 Comments:
Todo se reduce a los poderosos no?
jeje.
reo que uan ley tan drástica como pretende ser la "nuestra" no será practicable... para nada.
Saludos
Como siempre... esta ley se quedará sólo en las buenas intenciones. Creo que lo mejor es educar, pero educar en serio... no como si fueramos subnormales.
En fin, yo soy fumadora y que lata ir a tomarse algo y no poder fumarse un pucho... claramente la industria de los restoranes y pubs se irán a la cresta si no benefician a los fumadores.. que somos como la mitad de la población... he dicho.
obvio q resultará maomenos no más
como todo en chilito
maoma
saludos
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