4- Maratón psicológica
- Buenos días, ¿Gilda González?.
- Sí, con ella.
- La llamo para que se presente mañana a las 9 horas a una entrevista psicológica. Tome nota de la dirección-.
Nunca me dijo para lo que era, pero esa era mi oportunidad de saber de qué se trata esto de la selección de personal. Tengo dos años de experiencia trabajando free lance, pero nunca había pasado por el conducto regular de enviar el currículum, esperar el llamado millonario y acudir a una entrevista. Todas las cosas en las que he trabajado ha sido porque me han llamado por alguna recomendación de un alma de buena fe.
La pregunta era ¿qué me pongo? Mi sentido común apunta a que uno debe evitar verse disfrazado tratando de cumplir con el protocolo de la ocasión, pero tengo presente que la forma de vestirse, colores, accesorios, etc. entregan información de uno, entonces ¿cómo quiero que me vean?. Como alguien responsable, trabajadora, proactiva, dinámica y todas esas palabras que parecen sacadas de slogan de comercial de toallas higiénicas.
Sobria, pero con estilo. Pantalón y beatle negro, botas (no puntudas, ojo), chaquetón fucsia, collar al tono y cartera oscura, por supuesto. Claro que Murphy me mandó una mañanas heladísima, con llovizna incluida, así que llegué limpiando mis anteojos de las odiosas gotitas de agua, probando la resistencia al agua de la máscara de pestañas.
Llegué puntualmente, gracias a Dios, porque tuve que recorrer Santiago de un extremo a otro. Primera tanda: Verdadero o Falso. 580 preguntas sobre pelotudeces como si creo que alguien quiere envenenarme, si hay una conspiración en mi contra, y muchas otras que se repetían una y otra vez para tratar de producir un acto fallido. Ya estaba agotada cuando fui a entregar mi hoja de respuestas y la secretaria.
Segunda tanda: 85 preguntas más, ahora de situaciones con alternativas A, B o C. Preguntas bien tontas en realidad. Hay que hacerlo. Todo sea por un trabajo, aunque se mantenía el misterio de para qué puesto nos habían llamado. A esas alturas, ya eran como las 11 de la mañana mi estómago rugía pidiendo algo de comer.
- Ahora tiene que esperar que la psicóloga la llame-.
Snif. Pasaron como 20 minutos y nos hicieron pasar a todas juntas. Seis mujeres, de las que yo temía ser la menor=con menos experiencia que el resto, obvio.
Ronda de preguntas en las que tuvimos que presentarnos y decir cuales eran nuestras aptitudes. Harto fome eso de venderse sin saber para qué es. Luego de que todas desplegáramos nuestros mejores argumentos nos dijeron que ahora debíamos pasar en forma individual para un test de colores. Ya eran las 12:30!! Pedí pasar en cuarto lugar porque “ando súper apurada” y me preguntaban qué color me gustaba más y resulta que no me gustaba ni uno!!
En fin, creo que no me había perdido nada del otro mundo sin saber qué significaba esto de reclutamiento de personal. Es una lata, pero hay que hacerlo si no se posee un pituto al portador que permita trabajo seguro e inmediato.
- Buenos días, ¿Gilda González?.
- Sí, con ella.
- La llamo para que se presente mañana a las 9 horas a una entrevista psicológica. Tome nota de la dirección-.
Nunca me dijo para lo que era, pero esa era mi oportunidad de saber de qué se trata esto de la selección de personal. Tengo dos años de experiencia trabajando free lance, pero nunca había pasado por el conducto regular de enviar el currículum, esperar el llamado millonario y acudir a una entrevista. Todas las cosas en las que he trabajado ha sido porque me han llamado por alguna recomendación de un alma de buena fe.
La pregunta era ¿qué me pongo? Mi sentido común apunta a que uno debe evitar verse disfrazado tratando de cumplir con el protocolo de la ocasión, pero tengo presente que la forma de vestirse, colores, accesorios, etc. entregan información de uno, entonces ¿cómo quiero que me vean?. Como alguien responsable, trabajadora, proactiva, dinámica y todas esas palabras que parecen sacadas de slogan de comercial de toallas higiénicas.
Sobria, pero con estilo. Pantalón y beatle negro, botas (no puntudas, ojo), chaquetón fucsia, collar al tono y cartera oscura, por supuesto. Claro que Murphy me mandó una mañanas heladísima, con llovizna incluida, así que llegué limpiando mis anteojos de las odiosas gotitas de agua, probando la resistencia al agua de la máscara de pestañas.
Llegué puntualmente, gracias a Dios, porque tuve que recorrer Santiago de un extremo a otro. Primera tanda: Verdadero o Falso. 580 preguntas sobre pelotudeces como si creo que alguien quiere envenenarme, si hay una conspiración en mi contra, y muchas otras que se repetían una y otra vez para tratar de producir un acto fallido. Ya estaba agotada cuando fui a entregar mi hoja de respuestas y la secretaria.
Segunda tanda: 85 preguntas más, ahora de situaciones con alternativas A, B o C. Preguntas bien tontas en realidad. Hay que hacerlo. Todo sea por un trabajo, aunque se mantenía el misterio de para qué puesto nos habían llamado. A esas alturas, ya eran como las 11 de la mañana mi estómago rugía pidiendo algo de comer.
- Ahora tiene que esperar que la psicóloga la llame-.
Snif. Pasaron como 20 minutos y nos hicieron pasar a todas juntas. Seis mujeres, de las que yo temía ser la menor=con menos experiencia que el resto, obvio.
Ronda de preguntas en las que tuvimos que presentarnos y decir cuales eran nuestras aptitudes. Harto fome eso de venderse sin saber para qué es. Luego de que todas desplegáramos nuestros mejores argumentos nos dijeron que ahora debíamos pasar en forma individual para un test de colores. Ya eran las 12:30!! Pedí pasar en cuarto lugar porque “ando súper apurada” y me preguntaban qué color me gustaba más y resulta que no me gustaba ni uno!!
En fin, creo que no me había perdido nada del otro mundo sin saber qué significaba esto de reclutamiento de personal. Es una lata, pero hay que hacerlo si no se posee un pituto al portador que permita trabajo seguro e inmediato.
2 Comments:
Mañana voy por una.... plop
Bueno, yo he hecho tantas, que creo que podría poner mi propia agencia de selección de personal... sin repetir ni equivocarme
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