Eterna Agonía
La muerte de la Zona de Contacto ha sido dilatada en demasía, pudiendo haber desaparecido dignamente antes de convertirse en un par de páginas donadas por Wikén y que ahora terminó siendo un blog. El otrora suplemento marcó el nacimiento de una generación de literatos que Carlos Labbé –compilador de narrativa joven- define como “la primera que había crecido en la cultura pop”.
Y curiosamente, en su peor momento (porque ha tenido muchos malos, como el actual) firmó su sentencia irrevocable de forma cíclica, porque la Zona partió como las dos últimas páginas del Wikén en 1991. Tiempo después, cuando Felipe Bianchi (sí, el periodista deportivo) era su editor se independizó dando luz a un formato nuevo, de 8 páginas.
Tanto fue el éxito del suplemento que salieron al mercado las compilaciones “Cuentos con Walkman” (1993) y “Disco Duro” (1997), además de un compendio doble con lo mejor de las columnas de “Anita Santelices” y “La Vida según Benito” escritas por María José Viera-Gallo y Hernán Rodríguez Matte, respectivamente, que en su mayoría tuvieron buena recepción del público traducida en ventas.
En el prólogo de “Disco Duro”, los editores Alfredo Sepúlveda y Ernesto Ayala se refieren a la razón de ser de la Zona “Los que aquí trabajamos pensamos que el periodismo no tiene por qué tener una ‘misión profunda’, salvo la vieja búsqueda por descubrir alguna buena historia. No estamos acá para dictar cátedra, ni para ayudar a que el rock chileno prospere, ni para elevar el nivel cultural de la juventud, ni para conseguir que Chile clasifique en el mundial de Francia ’98, ni para que seamos más o menos religiosos, ni para detener los ensayos nucleares franceses en el atolón de Mururoa ni en China”.
Pero si alguna vez la tríada Vodka-Vitacura-Vitara eran las claves para ser publicado, poco a poco se fue desdibujando el sello del suplemento y las páginas comenzaron a desaparecer. “Memorias de un Pingüino”, gran columna de Nicolás López sobre sus desventuras escolares trataba de mantener una de sus principales premisas. Nuevamente recurro al prólogo de “Disco Duro”, donde los editores resumen “Desde su primer número la Zona ha sido escrita por aquellos que la leen”. Creció la gente que nació en los medios a partir de ella y los lectores también crecimos. Algunos queriendo escribir allí, otros simplemente leyéndola sin sentirse plenamente identificados con ella, sino que tomándola como el medio de expresión de gente joven que tenía la opción de contar lo que pensaba sobre determinados temas. Pero se estancó y fue empezando a decaer progresivamente.
Siempre se ha hablado de la Zona como un “semillero” del cual salieron personajes como Alberto Fuguet, Iván Valenzuela, Carolina Delpiano, Felipe Bianchi, Alfredo Lewin, Sergio Lagos, José Miguel Villouta, María José Viera-Gallo, Gabriel Polgatti, Hernán Rodríguez Matte, Ernesto Ayala, Gonzalo Maza, y Nicolás López, entre otros que saltaron después a varios soportes comunicacionales.
Pero este fenómeno puede responder a factores externos más que a la calidad del suplemento, porque hubo otros como Subte (La Tercera), que era un poco más transversal y que pasó sin pena ni gloria con algunas ediciones y desapareció sin mayores explicaciones.
Uno de los factores que sin duda ayudó fue la aparición de la Rock & Pop en sus tres formatos: radio, revista y canal de TV sin los cuales tal vez estas figuras no habrían tenido cabida en otros medios de comunicación, que también obedece a un buen pasar económico que tuvo el país donde se dio la posibilidad de tener un canal de televisión orientado hacia los jóvenes. Demasiado perfecto para funcionar en una economía de mercado como la nuestra.
Lo cierto es que Alberto Fuguet fue nuestra especie de “elegido” para crear un grupo de gente a su imagen y semejanza, tan bíblico como Dios. Los hechos lo demuestran 15 años después con la aparición de novelas como “Barrio Alto”, de Hernán Rodríguez Matte y “Verano Robado”, el debut de María José Viera-Gallo donde resuena la influencia de “Mala Onda”, pero suena más fuerte “Menos que Cero”, de Bret Easton Ellis, el gran mentor del escritor ahora cineasta. Aunque nunca ha logrado dar con ese nivel de perversión sin culpa y siempre termine siendo tan políticamente correcto (después de la perversión) como Douglas Coupland y su “generación X”.
Algo curioso puede ser que el gestor de la aparición de este suplemento fue Iván Valenzuela y que Fuguet llegó allí cuando la Zona había dejado de ser un proyecto y ya era independiente, pero siempre que se habla de ella se le relaciona inmediatamente con Fuguet. Malas pasadas de la memoria colectiva.
¿Cómo olvidar jugadas polémicas y graciosas como el artículo escrito por Claudia Aldana el 2001 donde contaba los pormenores de su estadía en Disney World mientras trabajaba vendiendo souvenirs y que destapó los oscuros secretos del lugar más feliz del mundo?. Y aunque pudo llegar tarde a la Zona y su pluma era distinta al común denominador, fue una de las últimas personas en saltar a otros medios, tanto así que ya tiene dos libros en el cuerpo, la novela “Happy Hour” y “31”, un compilado con sus mejores columnas y reportajes publicados bajo el seudónimo de Consuelo Aldunate para la Revista Ya (El Mercurio).
Pero el final estaba cerca y, por más que han intentado tirar del chicle, la Zona está con muerte cerebral, esperando que la desconecten, que alguien se apiade de ella y restituya su imagen de un medio escrito por jóvenes para jóvenes que marcó a una generación para bien o para mal.
La muerte de la Zona de Contacto ha sido dilatada en demasía, pudiendo haber desaparecido dignamente antes de convertirse en un par de páginas donadas por Wikén y que ahora terminó siendo un blog. El otrora suplemento marcó el nacimiento de una generación de literatos que Carlos Labbé –compilador de narrativa joven- define como “la primera que había crecido en la cultura pop”.
Y curiosamente, en su peor momento (porque ha tenido muchos malos, como el actual) firmó su sentencia irrevocable de forma cíclica, porque la Zona partió como las dos últimas páginas del Wikén en 1991. Tiempo después, cuando Felipe Bianchi (sí, el periodista deportivo) era su editor se independizó dando luz a un formato nuevo, de 8 páginas.
Tanto fue el éxito del suplemento que salieron al mercado las compilaciones “Cuentos con Walkman” (1993) y “Disco Duro” (1997), además de un compendio doble con lo mejor de las columnas de “Anita Santelices” y “La Vida según Benito” escritas por María José Viera-Gallo y Hernán Rodríguez Matte, respectivamente, que en su mayoría tuvieron buena recepción del público traducida en ventas.
En el prólogo de “Disco Duro”, los editores Alfredo Sepúlveda y Ernesto Ayala se refieren a la razón de ser de la Zona “Los que aquí trabajamos pensamos que el periodismo no tiene por qué tener una ‘misión profunda’, salvo la vieja búsqueda por descubrir alguna buena historia. No estamos acá para dictar cátedra, ni para ayudar a que el rock chileno prospere, ni para elevar el nivel cultural de la juventud, ni para conseguir que Chile clasifique en el mundial de Francia ’98, ni para que seamos más o menos religiosos, ni para detener los ensayos nucleares franceses en el atolón de Mururoa ni en China”.
Pero si alguna vez la tríada Vodka-Vitacura-Vitara eran las claves para ser publicado, poco a poco se fue desdibujando el sello del suplemento y las páginas comenzaron a desaparecer. “Memorias de un Pingüino”, gran columna de Nicolás López sobre sus desventuras escolares trataba de mantener una de sus principales premisas. Nuevamente recurro al prólogo de “Disco Duro”, donde los editores resumen “Desde su primer número la Zona ha sido escrita por aquellos que la leen”. Creció la gente que nació en los medios a partir de ella y los lectores también crecimos. Algunos queriendo escribir allí, otros simplemente leyéndola sin sentirse plenamente identificados con ella, sino que tomándola como el medio de expresión de gente joven que tenía la opción de contar lo que pensaba sobre determinados temas. Pero se estancó y fue empezando a decaer progresivamente.
Siempre se ha hablado de la Zona como un “semillero” del cual salieron personajes como Alberto Fuguet, Iván Valenzuela, Carolina Delpiano, Felipe Bianchi, Alfredo Lewin, Sergio Lagos, José Miguel Villouta, María José Viera-Gallo, Gabriel Polgatti, Hernán Rodríguez Matte, Ernesto Ayala, Gonzalo Maza, y Nicolás López, entre otros que saltaron después a varios soportes comunicacionales.
Pero este fenómeno puede responder a factores externos más que a la calidad del suplemento, porque hubo otros como Subte (La Tercera), que era un poco más transversal y que pasó sin pena ni gloria con algunas ediciones y desapareció sin mayores explicaciones.
Uno de los factores que sin duda ayudó fue la aparición de la Rock & Pop en sus tres formatos: radio, revista y canal de TV sin los cuales tal vez estas figuras no habrían tenido cabida en otros medios de comunicación, que también obedece a un buen pasar económico que tuvo el país donde se dio la posibilidad de tener un canal de televisión orientado hacia los jóvenes. Demasiado perfecto para funcionar en una economía de mercado como la nuestra.
Lo cierto es que Alberto Fuguet fue nuestra especie de “elegido” para crear un grupo de gente a su imagen y semejanza, tan bíblico como Dios. Los hechos lo demuestran 15 años después con la aparición de novelas como “Barrio Alto”, de Hernán Rodríguez Matte y “Verano Robado”, el debut de María José Viera-Gallo donde resuena la influencia de “Mala Onda”, pero suena más fuerte “Menos que Cero”, de Bret Easton Ellis, el gran mentor del escritor ahora cineasta. Aunque nunca ha logrado dar con ese nivel de perversión sin culpa y siempre termine siendo tan políticamente correcto (después de la perversión) como Douglas Coupland y su “generación X”.
Algo curioso puede ser que el gestor de la aparición de este suplemento fue Iván Valenzuela y que Fuguet llegó allí cuando la Zona había dejado de ser un proyecto y ya era independiente, pero siempre que se habla de ella se le relaciona inmediatamente con Fuguet. Malas pasadas de la memoria colectiva.
¿Cómo olvidar jugadas polémicas y graciosas como el artículo escrito por Claudia Aldana el 2001 donde contaba los pormenores de su estadía en Disney World mientras trabajaba vendiendo souvenirs y que destapó los oscuros secretos del lugar más feliz del mundo?. Y aunque pudo llegar tarde a la Zona y su pluma era distinta al común denominador, fue una de las últimas personas en saltar a otros medios, tanto así que ya tiene dos libros en el cuerpo, la novela “Happy Hour” y “31”, un compilado con sus mejores columnas y reportajes publicados bajo el seudónimo de Consuelo Aldunate para la Revista Ya (El Mercurio).
Pero el final estaba cerca y, por más que han intentado tirar del chicle, la Zona está con muerte cerebral, esperando que la desconecten, que alguien se apiade de ella y restituya su imagen de un medio escrito por jóvenes para jóvenes que marcó a una generación para bien o para mal.
10 Comments:
volvi
Eso de "Vodka-Vitacura-Vitara" es muy cierto, se siente en cada cuento, relato o artículo de la Zona. Bueno, cuando de la Zona la gente nombrada acá.
Yo escribí algo sobre el "Verano Robado", una opinión totalmente subjetiva y sin sentido, pero es lo que salió.
Saludos
Ahhh, fui patudo y hice un link de tu texto en mi blog.
Buen texto, lástima el tema. Je. A mi la zona de contacto me suena casi a los ciegos del Informe sobre Ciegos de Sábato.
Ha pensado usted qué López, por ejemplo, escribía mejor a los 13 que ahora? Y claro que puede ser una cosa de empeoramiento, pero, ejem, el susodicho sigue escribiendo y leyendo.
A lo que voy, la fuerte labor editorial y una flagrante y nada medida actitud de corrección política fueron, a la larga, lo que permitieron la subsistencia y desarrolo de la zona de contacto como medio (pseudo)alternativo.
La zona actual no es diferente, sólo, que ahora hay blogs* y más posibilidades de (des)informarce que hace diez años.
*posibilidad de escribir y de que te lean miles de personas de cualquier latitud.
Mira...el sitio que tiene ahora es horroroso... tanto en gráfica como en navegación. Totalmente esquizofrénica, casi como su historia.
chau
Muy buen artículo, Gilda.
Solo una vez visité el nuevo sitio y creo que hasta perdí la dirección.
Es cierto, recuerdo la antigua zona porque en la universidad la leía después de una clase temprano en la mañana y con horario libre entre medio... Me entretenía mucho con ella, en esa época.
Esperemos que por el bien de los recuerdos, la desconecten pronto.
Gracia por el link!
Saludos
Generación Zona...¡alguien sabe qué fue de la Generación Rockand pop?
Serà que estamos màs viejos y ya no somos del "tarjet" zona....
De todas maneras, buen articulo. Pero la zona ya no me identifica, por lo menos a mi
Saludos
haroldo,
hace rato que la zona dejó de identificar a alguien, transformándose en un grupo de amigos que escribe para ellos mismos, nada más.
Si bien hace rato la zona dejo de ser una gran fuente de motivación y gran compañia para algunos, y se extraña. a sido fuente de inspiración para muchos (me incluyo patudamente) el que la recordemos ya le otorga un gran significado.
Saludos....
Muy bacan tu post sobre la Zona. Yo cacho que una de las razones por las que se hizo parte de tantos jovenes fue porque era una forma de conocer otras ideas, pensamientos y un poco del mundo en una epoca en que la hiper-comunicacion aun no nos invadia.
Sin internet, sin msn, sin correos ni blogs, leer este flacucho suplemento nos unio a muchos, sin saberlo.
Nunca habia leido algo respecto a la Zona por aqui. Gracias por los recuerdos.
Y respecto a la Zona nueva, bueno, filo no mas, es mejor quedarse con el recuerdo de lo que fue.
Los recuerdos saben mejor.
Saludos Parchesianos.
PD: Aunque no lo actualiza re' nunca e incluso parece que lo dejo botao', la vida segun benito tiene blog: http://www.radioislanegra.com/benito/
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