3- Ponerle tarifa a mis servicios
Aprobé mi examen de grado hace algunos meses. La verdad es que mi vida continuó igual hasta el día en que no pude seguir usando el pase escolar. Plop. Adiós garantías de la vida estudiantil. Tuve que asumir que soy una cesante más de mi rubro, por eso me da risa cuando la gente habla de sus colegas. Lo encuentro siútico. Es como cuando la gente dice “mi esposo”, “huevón” y tantos otros ejemplos.
Desde que me titulé el cuerpo Artes y Letras de El Mercurio pasó a ser mi esperanza de encontrar un trabajo. En estos momentos me da lo mismo el área, estoy absolutamente dispuesta a transar con mis proyecciones personales en pro de recibir un sueldo a fin de mes que me permita solventar mi existencia y poder ahorrar. Mientras tanto, hago ayudantías en la Escuela de Periodismo de la Unab. Ahí reúno lo equivalente a un sueldo mínimo por ir una vez a la semana. No está mal, pero ya estoy cansándome de ver el SQP y de no hacer nada productivo de lunes a jueves. Al contrario, gasto mis ahorros en esos días saliendo con amigas a tomar café, a un bar, comprando ropa, discos, dvd’s, etc.
Me da entre rabia y risa leer los pocos anuncios relacionados con mis opciones de poder ejercer: “experiencia laboral mínima 3 años”, “profesional titulado, manejo de inglés hablado y escrito, ojalá master, que haga café y saque fotocopias”. ¿Cómo se supone que uno reúne todas esas condiciones si no nos dan la posibilidad a los recién titulados de acumularla?. Si fuera por eso, nadie estaría trabajando. Falta que los empresarios se la jueguen por las nuevas generaciones, por la gente que, si bien no tiene tanta práctica, no está viciado con las mañas que se van adquiriendo en el trabajo.
Otra cosa que me deja intrigada es cuánto poner en “pretensiones de sueldo”. Según mi mamá son muy bajas, que no me aprecio como profesional y bla, bla, bla... Pero es difícil ponerle una tarifa si ni siquiera cumples con el famoso requisito de la experiencia. Me da susto que quien reciba mi currículum vitae me encuentre barsa, sobre todo en esta área, donde hay por lo menos cien “colegas” que están dispuestos a trabajar por menos dinero.
El año pasado tuve acceso a un estudio de remuneraciones, donde me enteré de que lo mejor pagado en mi rubro son los puestos en Departamentos de Comunicaciones o Relaciones Públicas, así que para allá estoy apuntando mis dardos. Ahora me encuentro en la etapa de postular a todo para saber cómo son los procesos de selección de personal con entrevistas psicológicas y todo eso, para ir desarrollando pericia en algo, por el momento.
Aprobé mi examen de grado hace algunos meses. La verdad es que mi vida continuó igual hasta el día en que no pude seguir usando el pase escolar. Plop. Adiós garantías de la vida estudiantil. Tuve que asumir que soy una cesante más de mi rubro, por eso me da risa cuando la gente habla de sus colegas. Lo encuentro siútico. Es como cuando la gente dice “mi esposo”, “huevón” y tantos otros ejemplos.
Desde que me titulé el cuerpo Artes y Letras de El Mercurio pasó a ser mi esperanza de encontrar un trabajo. En estos momentos me da lo mismo el área, estoy absolutamente dispuesta a transar con mis proyecciones personales en pro de recibir un sueldo a fin de mes que me permita solventar mi existencia y poder ahorrar. Mientras tanto, hago ayudantías en la Escuela de Periodismo de la Unab. Ahí reúno lo equivalente a un sueldo mínimo por ir una vez a la semana. No está mal, pero ya estoy cansándome de ver el SQP y de no hacer nada productivo de lunes a jueves. Al contrario, gasto mis ahorros en esos días saliendo con amigas a tomar café, a un bar, comprando ropa, discos, dvd’s, etc.
Me da entre rabia y risa leer los pocos anuncios relacionados con mis opciones de poder ejercer: “experiencia laboral mínima 3 años”, “profesional titulado, manejo de inglés hablado y escrito, ojalá master, que haga café y saque fotocopias”. ¿Cómo se supone que uno reúne todas esas condiciones si no nos dan la posibilidad a los recién titulados de acumularla?. Si fuera por eso, nadie estaría trabajando. Falta que los empresarios se la jueguen por las nuevas generaciones, por la gente que, si bien no tiene tanta práctica, no está viciado con las mañas que se van adquiriendo en el trabajo.
Otra cosa que me deja intrigada es cuánto poner en “pretensiones de sueldo”. Según mi mamá son muy bajas, que no me aprecio como profesional y bla, bla, bla... Pero es difícil ponerle una tarifa si ni siquiera cumples con el famoso requisito de la experiencia. Me da susto que quien reciba mi currículum vitae me encuentre barsa, sobre todo en esta área, donde hay por lo menos cien “colegas” que están dispuestos a trabajar por menos dinero.
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5 Comments:
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Best Wishes,
Ken
homeowners ins
yo estoy en ese momento en que cualquier cosa vale. porque no vale de nada tenetr mas de un 6 en el examen y las notas de la universidad
slds
Bueno, experiencia podemos tener pero "dos años de experiencia" es difícil.
Saludos
Bueno, bienvenida realidad... que quieres que te diga, aunque no se que es peor, que no te contraten o que te contraten y te consideren menos que un gasfiter (con todo el respeto que me merece el gremio)
así es el mundo sin ese bendito pase escolar.
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