De personaje principal a cameo

Hace tiempo que no nos vemos y, la verdad, no sé si te echo de menos… Hay momentos en que sí y mucho, pero luego se me olvida y sigo con lo mío. A lo mejor es porque las cosas están desgastadas entre nosotros, porque nos da lata compartir nuestras cosas y la solución más sencilla fue alejarnos sin mayores explicaciones.

Es verdad, siempre pensé que tu aportabas la cuota de inconstancia, pero con la distancia me di cuenta de que también puse lo mío, y tal vez exageré un poco.

Nuestra comunicación sólo es a través de msn, donde intercambiamos de vez en cuando un par de monosílabos y emoticones. Y sería. Pero tampoco sé si espero algo más que eso.

Es tu cumpleaños y por primera vez en mucho tiempo no sabría qué comprarte. Sabes que es una fecha importante para mi porque año a año dedicaba mucho tiempo buscando un regalo especial, algo que tuvieras muchas ganas de tener. Ahora ni siquiera sé si te llamaré para desearte un feliz día, aunque de verdad te deseo lo mejor en la vida y supongo que lo sabes, pero me cargaría tener que saludarte por “compromiso”, básicamente porque nunca he sido así.

Cuando nos hemos encontrado en la calle o el metro no sé qué hacer ni decir. Me encantaría tener un hoyo negro acme para zafar. Pero la vida no es una caricatura, qué lástima.

Capítulo pendiente

Algo raro me pasa. Olvido cosas importantes, como para dónde voy y ojo que no hablo en sentido figurado. El otro día me subí al metro como todos los días por la tarde y no sabía para dónde iba y dónde me tenía que bajar ¿no les ha pasado nunca? Me pierdo capítulos, como que pienso prepararme un té y de repente la taza ya tiene agua ¿en qué momento la serví? Lo mismo me pasó con este blog cuando decidí resucitarlo, alguien me podría explicar en qué momento hubo que asociarse a una cuenta de gmail para poder generar una entrada nueva? Aplicando resucitación bloggerística terminé preguntándome cuál era el usuario y la clave. Mal. A lo mejor es stress, pero esto me ha hecho pensar en el acto de olvidar.

Podría resumir de esta forma lo que me ha pasado en estos meses desaparecida: me emparejé, tuve un amante, me fui con él y me casé… laboralmente hablando. Es decir, soy adulta. Tengo isapre y AFP. Podré jubilar en un millón de años más y probablemente reciba mi primer aguinaldo de la vida este mes. Lo único que tengo pendiente, por ahora, son unas añoradas vacaciones.