HUMAN NATURE

Tuesday, August 29, 2006

Time is running

Me carga esperar. Me descompone saber que hay algo importante en juego cuya resolución no me incluye, porque ya hice mi parte y “el resto” depende de otros; sin embargo, la decisión me afectará para bien o para mal. Y aunque hago grandes esfuerzos por evadir la mayor parte del tiempo mi preocupación por el qué sucederá me sorprendo pensando en “aquello” en esos ratos muertos del día, como antes de dormir, cuando me quedo mirando un punto fijo o mientras están dando la tanda comercial de alguna de las series que veo.
Entonces, mientras me las arreglo para no perder la compostura aparece una serie de síntomas:
TRASTORNOS DEL SUEÑO: Partí con insomnio y terminé invirtiendo mis horarios. O sea, duermo cuando el resto está despierto y pululo mientras el resto descansa. Eso sumado al pruxismo Y a una elevada actividad mental me ha provocado sueños rarísimos.
ANGUSTIA: Es total y absolutamente comprensible que tus cercanos se preocupen, pero cuando te someten constantemente a interrogatorios repetidos y monotemáticos para saber en qué etapa va el proceso, pero solamente ayudan a que uno caiga en el juego de pensar obsesivamente en “eso”.
ANSIEDAD: Comer delicatessen que reconfortan, pero cuyo efecto tranquilizador no sirve de mucho debido a que su efecto es limitado.
AISLAMIENTO: A veces es sano desaparecer del ámbito social para evitar responder a los interrogatorios citados anteriormente, preguntas repetidas y monotemáticas que uno se cansa de responder porque simplemente no se tiene la respuesta.
SUBCONSCIENTE HIPERACTIVO: Por más que te empeñas en evitar pensar en “eso” te sorprendes pensando “Qué pasaría si...” y cuando la espera es demasiado larga se suma la interrogante “Qué pasaría si no...”.
REENCUENTRO CON LA FE: A veces en momentos de desesperación uno termina reencontrándose con la fe que quedó en stand by post egreso del colegio, pero que sirve como calmante para conciliar el sueño y quién sabe, en una de esas el favor es concedido.
Lo más desesperante de todo es que los días pasan pero el tiempo parece no correr y aunque algunos digan “la paciencia es un don que uno debiera cultivar” yo me siento como un alcohólico en rehabilitación que da gracias por pasar otro día sobrio. Pero para qué negar que a veces pienso que terminaré volviéndome loca en la espera. Afortunadamente para eso existen las máscaras de compostura.

Saturday, August 05, 2006

This cover got lost

Soy de las que piensa que uno no necesita pertenecer a alguna parte. Que la independencia es “sana” y que para eso fomento la creación de universos portátiles, aquellos que caben en una cartera y que nos permiten circular con una indiferencia que puede asustar, pero que resulta un excelente escudo protector para no involucrarse demasiado.
¿Es necesario sentirse parte de algo? Tampoco se trata de andar de autista por la vida, pero hay momentos en que uno simplemente no encaja, no hay feeling, en que uno lo logra conectar con el universo de otro y es mejor dar un paso hacia el lado. Porque uno puede conocer mucha gente, ser educada y amable al saludar e intercambiar algunas frases, pero seguramente a muchos de esos “conocidos” nunca les darás la llave para que ingresen a tu mundo y de verdad te conozcan. Esas son palabras mayores.
Por eso creo que uno muestra ciertas facetas dependiendo del amigo en cuestión. Y es que, consciente o inconscientemente, siempre hay algo que esconder. A lo mejor no se trata de algo terrible, pero ciertamente nadie anda por la vida entregando su mundo interno a cualquiera de buenas a primeras, porque el riesgo de toparse con la persona equivocada es grande. A veces es necesario callar para sentirse seguro. Tampoco abogo por contenerlo todo, me refiero a filtrar, dosificar la información para mantener el control.
En torno a este tema de sentirse o no parte de algo cae mi necesidad –a veces incontrolable - de aislarme. Hacer votos de silencio. Abstracción pura y sana sin tener otra motivación mayor que lograr (mantener, dependiendo del lector) la tranquilidad.
Y estos períodos de introspección me sirven como un espacio que necesito darme para extrañar a las personas que quiero, las caminatas, los abrazos, las conversaciones... Y en eso estoy ahora, extrañando y preparándome para volver.