HUMAN NATURE

Thursday, August 25, 2005

¿mito o realidad?

A lo largo de la vida uno conoce muchas personas. Gordas, flacas, altas, pelirrojas, de otra raza, etc. pero la gente mentirosa causa rechazo. La mitomanía es aquella enfermedad que hace que un individuo mienta sin control, pero ¿para qué?.
Cuál es el objetivo de crear un mundo de fantasía que, tarde o temprano, empieza a derrumbarse, porque este país es demasiado pequeño, todo se sabe y en cualquier momento alguien puede dejar en evidencia a un embustero, alguien que reviente el globo que hace de una vida miserable una aventura digna de ser filmada en 35mm.
Lo peor de todo es que este tipo de personas van quedándose solas debido a que su entorno al “conocerlas” o al darse cuenta de algún engaño prefiere aislarlas que dejarlas ante la crueldad o el deber de desenmascararlos.
Créanme que escribo de esto porque tengo conocimiento de causa. Sí, estuve cerca de una persona que no sabe cuál es el límite entre realidad y fantasía, un ser con una obsesión competitiva que le hacía echar mano de su poderosa imaginación para sobresalir frente a quienes le rodean, sus “amigos”. Periodista y mitómana, mala combinación.
Pero cada vez que descubro otro de sus “mitos” como hemos denominado entre los que le conocemos sus mentiras me provoca una tristeza increíble el sólo hecho de estar consciente de que en algún momento alguien le va a decir mentirosa en su propia cara, provocando el efecto dominó en su vida.
Estos seres no pueden tener amigos porque nadie puede llegar a compartir un mundo de fantasía debido a que hace daño, no es normal. Por lo mismo, los mitómanos son bastante hábiles para darse cuenta de que alguien ha descubierto sus engaños, entonces lo que hacen es guardar sus aventuras para buscar un alma ingenua, dispuesta a creer historias que probablemente existieron en su diario de vida, pero que nunca sucedieron. Buscan a inocentes que les admiren porque necesitan sentirse importantes, reconocidos, ya que son incapaces de darse cuenta de que, a la larga, todo cae por su propio peso.

Saturday, August 20, 2005

1- Hora de cerrar el círculo

Entregué mi tesis. Con aquel acto solemne se cierran 17 meses de pasteleos varios, en los que nunca dejé de cuestionarme en qué momento accedí a hacer un reportaje audiovisual con la Lolo (mi partner) para obtener el título de periodista. Se acabó eso de transmitir diariamente sobre el dichoso tema y sentir que estábamos haciendo una Teletón para reunir ideas y dinero suficiente para completar la investigación que más se parecía al semanario de lo insólito.
Luego de la satisfacción de llegar a la oficina correspondiente con nuestro reportaje “editado en DVD” y de tomarnos una cerveza sintiéndonos como Cecilia Bolocco cuando salió Miss Universo, tuvo que pasar una semana para empezar a cuestionarme ¿y ahora qué?.
La respuesta es difícil. Empecemos con lo obvio: estudiar para el examen de grado. Controlar los síndromes de mi madre (léase con tono de progenitora) “Búscate un trabajo estable, con Isapre y bla, bla, bla...”, porque ella no entiende que el free lance calza perfecto con mi estilo de vida y sólo le interesa que tenga una oficina con puerta y ventana, ojalá yendo a trabajar vestida como ejecutiva joven, con terno, botas puntudas y cartera de charol. No comprende las bondades de las zapatillas y el look alternoide.
Mi entorno social tampoco es tan alentador. La Lolo, que deseaba estudiar teatro y no supo en qué momento terminó en una Escuela de Periodismo, está a punto de titularse odiando el campo laboral, sin otra proyección que irse a lavar platos a EE.UU.
Por otra parte, Coca, prácticamente la única amiga que conservo de mi época escolar es diseñadora con personalidad de artista, por lo que su vida laboral ha sido un fracaso tras otro. No tolera que sus jefes “no diseñadores-artistas” le corrijan sus creaciones. Eso le ha desencadenado trastornos al punto de estar buscando desarrollarse como secretaria o vendedora de tienda (sin ofender, por supuesto). Todo esto se debe a que, en su reflexión al egresar de 4º Medio y elegir a qué postular, ella se fijó en una profesión que le permitiera ir a trabajar con zapatillas. Así llegó a la Escuela de Diseño Gráfico.
Mi visión es más realista, aunque confieso que, en el fondo, me sentiría realizada al máximo si me llamaran para integrar el equipo de documentalistas de la BBC. Pero tuve la desventura de nacer en Chile y acá puedo aspirar a “Informe Especial”, “Contacto” o “Mi mundo privado” en el mejor de los casos. Lo que sí tengo asumido es que me tomaré unos... ejem... varios meses de pasteleos del recién titulado y con el tiempo ir entendiendo para dónde va “mi micro”, cuál es el recorrido que me acomoda y que puedo realizar. Capaz que hasta termine trabajando en prensa. Uf! Espero que no.

Wednesday, August 17, 2005

Marisela dando jugo

Ay Marisela, Marisela! ¿Para que te haces la chora si el final eres súper mamona? Personajes como ella sólo sirven para fomentar, desgraciadamente, esa imagen de que las mujeres somos ováricas, lloronas y que armamos polémica por puras tonteras. Dejar la cagada y justificarse (todo en un par de minutos) es lo peor, porque refleja lo inconsecuente y cabra chica que es. Su excusa es algo así como “Es que ustedes no conocen a la Marisela” y, perdón, pero uno se hace una imagen de los rostros de farándula a partir de lo que hacen o dicen, sino pregúntenle a Daniella Campos, que escort girl es lo menor que se ha escuchado de ella durante el último tiempo.
Pero volviendo a la ex granjera creo que es bipolar o algo le falla, claramente. Por lo menos esa fue la impresión que dejó durante su participación durante y post La Granja Vip. Eufórica y a los cinco minutos llorando por cualquier cosa. “Es que me levantaste una ceja”, “Nadie quiere que yo gane”, “Me pifiaron en el Teatro Caupolicán”. Buaaaaaaaaa.
Confieso estar convencida de que ella entró súper galleteada a la casa patronal. Sobre todo en su última aparición, cuando le confesó a Vicky que se había dado “un par de besos” con Gonzalo Egas, dejando destruida a la uruguaya antes de la final de reality. Esto de andar contando los detalles de su affaire a pito de nada me pareció sospechosamente calculado. Eso o tapsin la hizo de oro cuando la contrató para el comercial de “Le saco la sal”.
El vergonzoso impasse que tuvo con la malograda Jazmín Valdés a su salida de la granja estudio fue superado por la reacción del público presente en el Teatro Caupolicán cuando Sergio Lagos la presentó junto a sus otros compañeros. “Que se vaya Marisela” coreaba el Circo Romano y ella partió al baño llorando (otra vez). Lágrimas de cocodrilo dirían las abuelitas, pero agota esto de que se haga la chora, discuta y diga que es “una mina que se las trae”, ¿o será que su arma mortal es el llanto manipulador? Que lata escuchar en los comentarios de farándula a partir de actitudes como esa “es que las mujeres tienen algunos días complicados en el mes”. ¿Perdón? Una cosa es tener la desgracia de andar indispuesta durante algunos días, pero otra muy distinta es ser ovárica. Ojo que mi intención tampoco es terminar en convirtiendo esta columna en un llamado al feminismo, ni mucho menos, sino que sólo reivindicar la imagen de la mujer, donde ejemplos como Marisela dejan mucho que desear.
Menos mal que Vicky se mantuvo digna y no mostró la hilacha en la final. ¿Era mucho pedir?.

Tuesday, August 09, 2005

“La Negra Ester”: un aporte a la cultura popular


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A pesar de que me causaba mucha curiosidad, la única vez que sentí ganas de ir a verla fue cuando la repusieron en el Cerro Santa Lucía –con el elenco original- para rendirle un homenaje a Andrés Pérez antes de que abandonara este mundo. Las entradas se agotaron rápidamente. Como siempre.
Me quedé con los crespos hechos y esperando una nueva temporada. Pasaron algunos años hasta que el montaje se presentara en el Teatro Oriente y esta vez prometí acudir pasara lo que pasara. No es el elenco original, pero este es un texto que tiene una mística tan fuerte que no importa tanto quiénes están detrás de cada papel. Importa estar ahí.
La meta era conseguir dos entradas en una buena ubicación. Sólo habían algunas semanas para poder verla. Funciones totalmente vendidas. Todo mal. Otra vez me iba a quedar con las ganas. Sin embargo, y gracias al éxito total se alargaron las funciones hasta agosto. Conseguí los anhelados tickets.
Domingo. 18:45 horas. Muchas personas esperando para entrar. En la primera fila de la platea alta central (de un teatro repleto) estaba dispuesta a presenciar la obra más exitosa del teatro nacional.
Y es que la historia de amor basada en las décimas de don Roberto Parra, en las que cuenta su historia de amor con “la Negra Ester”, es una obra que nos remonta a la década de los ’40, reuniendo de forma precisa la idiosincrasia nacional, en la que el doble sentido sumado a la profesión más antigua de todas es lo que permite contar una tragedia con una cuota de humor bastante alta.
Un texto transversal que reúne parte del aporte que ha hecho la familia Parra a la cultura popular, permitiéndonos recuperar alguna época perdida, en la que las casas de remoliendas eran el pan de cada día y donde cualquiera, sin importar condición, pasaba a atenderse sin tanta hipocresía como hoy.
Otro valor importante de esta obra es “La Regia Orquesta”, donde uno puede escuchar melodías que están grabadas en el inconsciente colectivo, pero que salieron de “La Negra Ester” y que, por ejemplo, han servido como soundtrack para la continuidad de un canal de televisión.
Todos ejecutan su rol de una forma tan precisa que es posible imaginar a Andrés Pérez observando desde una butaca la excelente recepción del público. Todos conectados con la historia de amor y desamor. Todos participan aplaudiendo en los momentos notables de la historia.Finaliza la obra con aplausos cerrados y vítores de un público absolutamente rendido a esta “Negra” y su “querido”. La gente se pone de pié y los actores salen una y otra vez a recibir el reconocimiento de quienes disfrutaron por primera, segunda o tercera vez de un montaje que desde su estreno, a fines de los ’80, todos los años se repone. Seis millones de espectadores han sido los responsables de transformarla en la más exitosa de la historia del teatro nacional. Más aplausos. Es emocionante cuando aparece en escena una gigantografía con la foto de Andrés Pérez Araya. Siguen los aplausos y los actores señalan el retrato como el gran responsable de estas tres horas de risas y emociones. Más que recomendable es absolutamente imperdible.

Friday, August 05, 2005

El país del morbo

Siempre he pensado que ser chileno implica un gran componente de morbo. Acá importa más saber del otro que de uno mismo. Pero jamás me imaginaría que el suicidio desatara una sed espantosa de ver como quedó el cuerpo.
Iba en metro conectada a mi cd player, como siempre. Todo era normal, gente que trataba de entrar al carro a pesar de que ya no caía un alfiler y el calor empezaba a apoderarse del túnel.
Los Héroes, combino desde la línea 2 a la 1 con dirección a Escuela Militar. Me subí al otro tren. Llegando a La Moneda se detuvo despacio, como si se hubiera cortado la energía. Se apagaron las luces.
Pasaban los minutos. La gente abría las ventanas, algunos se sentaban en el suelo y el conductor no pronunciaba un “Señores pasajeros, estaremos detenidos más de lo normal”. Nada. Decidí sacarme los audífonos, mientras noté que un funcionario de Investigaciones bajaba corriendo por las escaleras del andén vecino y se agachó a mirar debajo del tren.
Alguien se había suicidado. La gente empezó a murmurar, a tratar de mirar si había sangre o algún resto del cuerpo. Al parecer sólo yo reflexionaba que los pasajeros también habíamos pasado por encima de esa persona que tomó una difícil decisión. Seguíamos encerrados en el tren tipo boa hasta que finalmente alguien pronunció “Señores pasajeros, por motivos de fuerza mayor les rogamos abandonar el tren por las puertas de adelante. Gracias”.
Yo iba en el último carro, lo que me permitió observar un fenómeno del que siempre me había cuestionado ¿qué pasa cuando alguien se tira al metro?, pero lo que más me llamó la atención fue la reacción de la gente.
Mientras, por alto parlante se escuchaba de nuevo que debíamos abandonar la estación lo más rápido posible. La gente parecía no escuchar instrucciones y una gran masa se apoderó de las escaleras sin avanzar. Algunos se devolvían al andén para agacharse a mirar. Era como el Circo Romano, como si la tarifa de la “hora alta” les garantizara el hecho de poder mirar el cuerpo, o lo que quedó del sujeto.
¿Es válido este deseo de querer verlo todo, saberlo todo? Antes pensaba que sí. Me moría de ganas de que alguien se tirara alguna vez al metro en el que viajaba para saber qué pasaba, para ver parte del cuerpo. Mi lado gore me despertaba dudas del tipo ¿cómo muere alguien que se arroja al metro? ¿electrocutado? ¿atropellado?. Incógnitas que no resolví aquella mañana, de la cual sólo puedo destacar la logística desplegada por la empresa Metro S.A., en quince minutos aquí no ha pasado nada.Luego del tumulto logré salir de la estación, donde me dieron un boleto especial “por evacuación”, que podía ocuparlo en cualquier momento. Salí hacia Alameda y me dio rabia la frialdad de la gente, lo superficial que se toma un tema tan delicado como el suicidio. Es raro, pero me afectó haber participado indirectamente en esa muerte.

Tuesday, August 02, 2005

“Charlie and the Chocolate Factory”: con el sello Burtonesco

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Luego del éxito de “Big Fish” el 2004, Tim Burton vuelve a los cines este año por partida doble. Su primera entrega, “Charlie & The Chocolate Factory” ya está en cartelera en nuestro país y “Corpse Bride” se espera para Halloween. Con estos filmes el director está retomando el humor negro y sarcástico que lo hiciera famoso con “Beetlejuice” (1988), que fue un éxito de taquilla en Estados Unidos.
Una aclaración importante para quien esté leyendo este comentario es que soy fan de este director norteamericano, por lo que siempre es agradable disfrutar de otra película en la que se repite la fórmula Tim Burton + Johnny Deep + Danny Elfman, generando una mística en torno a la obra bastante particular.
Por una parte, está el realizador que tiene una constante ambivalencia cromática en su forma de ver el mundo real y lo imaginario de los decorados que forman parte del lado mágico, en este caso la fábrica de chocolates. Una propuesta visual que impresiona a niños y adultos con un guión que hace partícipe al público de la historia del pequeño Charlie y sus intentos por obtener uno de los billetes dorados que le permitirán conocer a Willy Wonka y la magia del mundo del chocolatero.

Mientras, Johnny Deep sorprende con su caracterización y expresividad facial, alejándose del estigma del “actor dramático”, con un personaje que tiene una alta cuota de comedia negra. Tal vez puede recordar al escrupuloso y temerario Ichabod Crane (“Sleepy Hollow”), o el lado artístico freak de “Edward Scissorhands”, pero es que la historia de este ermitaño empresario del dulce envuelve con los musicales a cargo de una tribu denominada “The Oompa-Loompas”. Pálido a causa del encierro, Wonka dedica su vida a crear extrañas invenciones relacionadas con el chocolate.
Danny Elfman, además de componer y producir la música incidental de la película (ya disponible en nuestro país), por segunda vez acepta la idea de prestar su voz para algunos temas (ya lo había hecho en “The Nightmare Before Christmas”, para el papel de Jack Skellington).
Es increíble el resultado de la creatividad con que Tim Burton ve el mundo de Charlie, el cuerpo que logra el personaje de Willy Wonka y la libertad de Elfman para jugar en los musicales insertos entre algunas secuencias.Algunos críticos han dicho que esta película queda “al debe” con relación a “Big Fish”, pero ¿por qué todo tiene que ser tan serio y reflexivo?. Recuerden que “Charlie & The Chocolate Factory” es un estreno dedicado al público infantil. ¿No basta con la moraleja sobre la importancia de la familia?. Tal vez lo único que podría recomendar como obligación –para disfrutarla realmente- es buscar una sala donde la exhiban subtitulada. Por favor.