HUMAN NATURE

Friday, January 30, 2009

Más lento que un bolero

Cuando me regalaron “Crepúsculo” para mi cumpleaños fue una sorpresa, no me lo esperaba aunque mi historial con el vampirismo y sus sucedáneos hacía ver como evidente que sería un buen regalo, pero se agradece la intención.
Me dieron ganas de leerlo apenas toqué la textura del papel. Un agrado con el que pocas veces me he topado así que decidí dejarlo sobre el escritorio y tenerlo como lectura de metro.
Avancé súper rápido porque es un libro de fácil lectura, aunque no pasa mucho… o sea, Bella (la protagonista) se demora algo más de 100 páginas en cachar que el tipo es vampiro. Broma!! Acaso nunca vio “Buffy”? y de ahí en adelante la cosa se movía entre “y lo miré y me miró” y cada vez que Edward se le acercaba con maldad, la cosa se diluía.
Pero como los libros de Stephanie Meyer se transformaron en fenómeno de ventas hasta en Chile, los fans hicieron una fiesta en la Blondie esperando el estreno, me imaginé que era un mal comienzo de un libro que agarraría fuerza en algún momento, por lo que proseguía como la lectura de viaje. De hecho, un día en el metro, un tipo se subió a mi carro y no dejaba de mirar el libro… raro el sujeto, hasta que cinco estaciones más tarde se armó de valor y me preguntó un tanto angustiado dónde había comprado “Crepúsculo” porque estaba agotado. Estuve a punto de decirle que era terriblemente fome y que la verdad no se estaba perdiendo de nada, pero me contuve porque ¿para qué romperle la ilusión de un hit literario que podría transformarse en su libro de cabecera?.
Seguía disfrutando la textura de las hojas, pero encontrándolo horriblemente fome hasta que hacia el final la trama tomó fuerza y empecé a leerlo en casa, gran señal de interés, pero nuevamente todo lo que pasó llevó a nada, se desinfló y la historia no pasa de ser un amor adolescente y bastante ñoño, pero prohibido. Una lata.
Y se ha vendido tanto que recibió el homenaje popular del piratero, transformándose en uno de los más vendidos del circuito cuentero. Todo un logro.
Lo cierto es que “Crepúsculo” es un libro pensado para teenagers, de preferencia minas, porque tiene todo el romanticismo y el cliché del vampiro atractivo, perfecto, esos que te miran y caes rendida a sus pies. Por lo mismo, otro amigo se sintió un poco gay al leer tanto sobre el pecho musculoso de Edward.
Dicen que lo bueno se viene recién en el cuarto libro “Amanecer”… valdrá tanto la pena haber estirado tanto el chicle? No creo.