HUMAN NATURE

Thursday, October 20, 2005

4- Maratón psicológica

- Buenos días, ¿Gilda González?.
- Sí, con ella.
- La llamo para que se presente mañana a las 9 horas a una entrevista psicológica. Tome nota de la dirección-.
Nunca me dijo para lo que era, pero esa era mi oportunidad de saber de qué se trata esto de la selección de personal. Tengo dos años de experiencia trabajando free lance, pero nunca había pasado por el conducto regular de enviar el currículum, esperar el llamado millonario y acudir a una entrevista. Todas las cosas en las que he trabajado ha sido porque me han llamado por alguna recomendación de un alma de buena fe.
La pregunta era ¿qué me pongo? Mi sentido común apunta a que uno debe evitar verse disfrazado tratando de cumplir con el protocolo de la ocasión, pero tengo presente que la forma de vestirse, colores, accesorios, etc. entregan información de uno, entonces ¿cómo quiero que me vean?. Como alguien responsable, trabajadora, proactiva, dinámica y todas esas palabras que parecen sacadas de slogan de comercial de toallas higiénicas.
Sobria, pero con estilo. Pantalón y beatle negro, botas (no puntudas, ojo), chaquetón fucsia, collar al tono y cartera oscura, por supuesto. Claro que Murphy me mandó una mañanas heladísima, con llovizna incluida, así que llegué limpiando mis anteojos de las odiosas gotitas de agua, probando la resistencia al agua de la máscara de pestañas.
Llegué puntualmente, gracias a Dios, porque tuve que recorrer Santiago de un extremo a otro. Primera tanda: Verdadero o Falso. 580 preguntas sobre pelotudeces como si creo que alguien quiere envenenarme, si hay una conspiración en mi contra, y muchas otras que se repetían una y otra vez para tratar de producir un acto fallido. Ya estaba agotada cuando fui a entregar mi hoja de respuestas y la secretaria.
Segunda tanda: 85 preguntas más, ahora de situaciones con alternativas A, B o C. Preguntas bien tontas en realidad. Hay que hacerlo. Todo sea por un trabajo, aunque se mantenía el misterio de para qué puesto nos habían llamado. A esas alturas, ya eran como las 11 de la mañana mi estómago rugía pidiendo algo de comer.
- Ahora tiene que esperar que la psicóloga la llame-.
Snif. Pasaron como 20 minutos y nos hicieron pasar a todas juntas. Seis mujeres, de las que yo temía ser la menor=con menos experiencia que el resto, obvio.
Ronda de preguntas en las que tuvimos que presentarnos y decir cuales eran nuestras aptitudes. Harto fome eso de venderse sin saber para qué es. Luego de que todas desplegáramos nuestros mejores argumentos nos dijeron que ahora debíamos pasar en forma individual para un test de colores. Ya eran las 12:30!! Pedí pasar en cuarto lugar porque “ando súper apurada” y me preguntaban qué color me gustaba más y resulta que no me gustaba ni uno!!
En fin, creo que no me había perdido nada del otro mundo sin saber qué significaba esto de reclutamiento de personal. Es una lata, pero hay que hacerlo si no se posee un pituto al portador que permita trabajo seguro e inmediato.

Friday, October 14, 2005

Escritor se arrienda como director de cine. Tratar aquí.
Lo reconozco. Coleccioné la Zona de Contacto llegando a tener unos 200 ejemplares (tal vez más), de sus mejores etapas y de las de capa caída, que fueron varias, como también haber leído la mayoría de los libros de Fuguet y los compilados del suplemento “Cuentos con Walkman” (1993) y “Disco Duro” (1995). Confieso haber querido formar parte de “la zona” en mi afán de escribir, aunque no pertenecía a la “generación x” y tal vez los temas tocados no me interpretaban, sí me gustaba la idea de poder formar parte de ese “semillero”.
Leí “Mala Onda” cuando estaba en el colegio. Nunca me gustó. Mostraba una realidad muy agringada como para tomarla en serio, idea que tomó forma cuando llegaron a mis manos libros como “American Psycho” (Bret Easton Ellis) y “Generación X” (Douglas Coupland). Comprendí entonces que los libros de este novelista criollo estaban muy influenciados por estos escritores, que calaron hondo en la literatura norteamericana gracias al escándalo de la narrativa de una juventud perdida.
Por eso cuando se empezó a hablar de “Se Arrienda” como proyecto inmediatamente me dieron ganas de verla. Esperé pacientemente su estreno y el morbo me condujo hasta un cine en el segundo día de exhibición. Poca gente. No me sorprendió porque el público de este estreno será mayoritariamente los que han leído, conocen, han escuchado hablar de este escritor que ahora hizo una película. Es difícil, en este caso, hablar del director prescindiendo de su universo como escritor. Por algo se habla de “la película de Fuguet”.


Su debut en pantalla grande tiene algunos guiños a una realidad musical, contexto sociopolítico, como a novelas, personajes, escenas y realizadores (tarea para quienes vean el filme), y a pesar de que su estructura no está hecha de la mejor forma (porque se pega un par de guatazos en los primeros 30 minutos), lo que más me gustó es cómo se aborda el tema de enfrentar la decisión de “venderse al sistema”. Da lo mismo la edad, todos nos enfrentamos alguna vez a la opción de hacer lo que realmente nos gusta y tener un sueldo “moderado” o trabajar en algo que nos pueda brindar la anhelada solvencia.
Qué difícil debe ser para un escritor, acostumbrado a contar las cosas en papel, cambiar de formato. De hecho se nota cuando “Balbo” (Felipe Braun) invita a sus amigotes a jalarse una línea, cosa que nunca vemos, aunque pudo resultar políticamente correcto para él sugerir, tal vez un vicio propio de su género natural, la narrativa, donde no es necesario ser tan evidente.
Felicito a Fuguet por haber logrado contar una historia, aunque tal vez algunos diálogos de Gastón joven (Luciano Cruz-Coke) suenen inverosímiles, hay actuaciones realmente notables como la de Felipe Braun, que logra matizar adecuadamente los cambios de su personaje, y de las mujeres sobresale la capacidad de interpretación de Ignacia Allamand, que nos muestra el versus de Cordelia joven y cariñosa con la mujer adulta, fría y trabajólica. (la integrante del grupo de ascendencia hebrea conmueve en una de sus pocas intervenciones).
El título del filme “Se arrienda” se aplica hasta en el propio Fuguet. Un escritor que se presta para dirigir una película. ¿Qué pasará más adelante? You never know, Albert.

Thursday, October 06, 2005

Pen drive

Cuando uno enfrenta esos períodos de ocio extremo, esos cuando uno se levanta y queda desocupado una reacción común puede resultar la ocurrencia “voy a aprovechar de ordenar”. Closet, cajonera, librero, escritorio, todo aquello que se nos cruce por delante sufrirá el ataque del huracán ocio.
A veces, cuando uno se encuentra en esta difícil labor y, digámoslo, con la cagada en su respectivo dormitorio, empiezan a aparecer cosas que hacen recordar. Fotografías, papelitos con números telefónicos, tarjetas de cumpleaños, dedicatorias, regalos que te cargaron en su momento y por ello los escondiste cual tesoro maldito. Eso hace recordar, o por lo menos intentarlo. A veces uno logra aplicar la técnica flash back y revives el momento, recuerdas a gente que conociste y de la cuál nunca más supiste nada. Esos amigos de carrete, que eran buena onda, pero sólo para carretar. Imposible ubicarlos de día, solamente podrías intentarlo con la parte de sus facciones que recuerdas haber visto en la penumbra. Tal vez te has cruzado con ellos en la calle, pero como ahora usas anteojos y tu look encontró la identidad propia reconocerte no es tan fácil.
También puede suceder que encuentres cosas que no recuerdes de dónde salieron, ni cómo llegaron a tus manos. Libros, discos caen dentro de esta categoría, fotos de gente que ni siquiera sabes quiénes son. Es que uno se topa con mucha gente en “la vida social” y son pocos los que se mantienen. De esos es gratificante encontrar tarjetas de cumpleaños de cinco o diez años atrás. Esos amigos con lo que te has regalado de todo y siempre es un desafío pensar “qué le compraré este año para su cumple?”. Esos que han crecido contigo, que han sido tu paño de lágrimas y siempre están dispuestos a escuchar algún rollo existencial, o simplemente a tomarse un café para pelar el cable un rato. Lo que me motivó a escribir esto fue cuando estaba terminando de ordenar y tenía muchas cosas de origen desconocido. Me sentí como la encargada de una oficia de artículos extraviados. ¿Qué hacer con ellos? Al principio pensé en quedarme con las cosas, pero ¿para qué?. Los recuerdos que no pasan a formar parte de tu memoria interna es por algo, son como para el pen drive, para guardarlos por el momento y vaciarlos cuando ya se transforman en inútiles, y como nadie los reclamó es porque si en su época tuvieron importancia, ahora son instantes perdidos en un abismo de momentos importantes.