Donde quiero estar

Qué difícil es tomar le decisión de partir. Abandonar el equilibrio precario que tanto me costó conseguir y apostar nuevamente el todo por el todo. Cambiar de rubro, pero volver a las raíces.

Se repite la dinámica de llegar a un lugar nuevo, ornamentar el cuchitril, sacarle la foto a los compañeros de trabajo. Ser “la nueva”.

Es complejo dejar un trabajo que me gusta, donde me dieron muchas oportunidades para crecer y desarrollarme como profesional, pero como dijo mi jefe “uno tiene que aprovechar las oportunidades que se le presentan”

Bueno, este es o era mi oficina, un cuchitril completamente personalizado y que pronto tendré que comenzar a desmantelar. Sólo me queda una semana en este hábitat y creo que si lo voy desarmando de a poco será menos complejo cerrar este capítulo.

No creo en las promesas que uno se hace cuando parte de un trabajo con sus ahora ex compañeros. Frases como “seguiremos viéndonos” y bla, bla, bla, conmigo no funcionan porque soy selectiva y sé perfectamente a quiénes seguiré viendo y a quienes no, básicamente porque no me interesa.

Debo reconocer que partir en “gloria” he levantado mi ego, que pocas veces se manifiesta, porque he recibido un montón de muestras de cariño y buena onda de quienes menos lo habría esperado.

Es súper loco que, en un año, mi vida haya dado tantas vueltas. Ahora me siento más grande, resuelta, capaz de tomar decisiones difíciles y jugarme el todo por el todo.